El último momento de Ricardo.
Recuerda exactos todos los cumpleaños de Ana.
Al sentirse atrapado en ese segundo interminable, el individuo de nombre Ricardo (lo cual carece de total importancia), piensa en todo aquello que durante su vida le ha hecho feliz.
Igualmente piensa, en todo por lo que ha pasado; en como ha llegado a este momento. Sabe exactamente lo que va a ocurrir, ya no teme.
No pierde tiempo en preocuparse o en llorar. Sabe ya; que no vale la pena, que no va a haber vuelta atrás.
Ricardo, hombre de 43 años, hoy, en este momento, sabe, que va a morir.
Para él, saberlo constituye un gran alivio.
Ahora Ricardo, tirado en el suelo con muchos hombres a su alrededor; discutiendo; gritándole, sabe que ya no van a esperar más, que ya es suficiente, les debe demasiado dinero.
Pero Ricardo está bien, se siente bien, ha podido pagarle a su hija las clases de violín. Ese fue siempre el sueño de Ana, y él se lo ha podido cumplir.
Ricardo va a morir ahora mismo, pero esta bien.
En este último momento ve a Ana en su mente. Ella esta tocando a Bach (él no sabe de que se trata; pero la música que oye le encanta; lo atrapa). El concierto es solo para él. Ana toca como los ángeles esa música tan poco usual para sus oídos.
Oídos que siempre han escuchado músicas de las calles, de esas que salen de los carros a gritos.
Mientras Ricardo oye, mira como su hija se entrega totalmente al violín,
¡La música los posee, los eleva, ella toca sus últimas notas y él se levanta de su silla, aplaude orgulloso!, ¡Ana es brillante!, ¡él; es feliz!,
¡La emoción se funde en lágrimas que caen de sus ojos!
Ricardo sonríe, este es, su mejor momento, su último momento
Laura Sagué Torres
Recuerda exactos todos los cumpleaños de Ana.
Al sentirse atrapado en ese segundo interminable, el individuo de nombre Ricardo (lo cual carece de total importancia), piensa en todo aquello que durante su vida le ha hecho feliz.
Igualmente piensa, en todo por lo que ha pasado; en como ha llegado a este momento. Sabe exactamente lo que va a ocurrir, ya no teme.
No pierde tiempo en preocuparse o en llorar. Sabe ya; que no vale la pena, que no va a haber vuelta atrás.
Ricardo, hombre de 43 años, hoy, en este momento, sabe, que va a morir.
Para él, saberlo constituye un gran alivio.
Ahora Ricardo, tirado en el suelo con muchos hombres a su alrededor; discutiendo; gritándole, sabe que ya no van a esperar más, que ya es suficiente, les debe demasiado dinero.
Pero Ricardo está bien, se siente bien, ha podido pagarle a su hija las clases de violín. Ese fue siempre el sueño de Ana, y él se lo ha podido cumplir.
Ricardo va a morir ahora mismo, pero esta bien.
En este último momento ve a Ana en su mente. Ella esta tocando a Bach (él no sabe de que se trata; pero la música que oye le encanta; lo atrapa). El concierto es solo para él. Ana toca como los ángeles esa música tan poco usual para sus oídos.
Oídos que siempre han escuchado músicas de las calles, de esas que salen de los carros a gritos.
Mientras Ricardo oye, mira como su hija se entrega totalmente al violín,
¡La música los posee, los eleva, ella toca sus últimas notas y él se levanta de su silla, aplaude orgulloso!, ¡Ana es brillante!, ¡él; es feliz!,
¡La emoción se funde en lágrimas que caen de sus ojos!
Ricardo sonríe, este es, su mejor momento, su último momento
Laura Sagué Torres
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